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[:es]Respuesta a Almodóvar – la cultura forma parte de la normalización[:]

[:es]Respuesta a Almodóvar – la cultura forma parte de la normalización[:]

[:es]Agradecemos vuestra respuesta, pero no compartimos la visión, que Israel promociona, de la cultura como una burbuja, un ente aislado que flota en el espacio, neutral, apolítico, sin ninguna relación con la sociedad dentro de la cual se desarrolla. Son personas concretas, con sus opiniones, sus gustos, sus principios, sus objetivos, sus intereses, su ética, quienes crean la cultura. Los eventos culturales no tienen lugar en el vacío, sino en un determinado espacio y dentro de un determinado contexto que hay que tener en cuenta.

El festival de Jerusalén se celebra dentro de una burbuja, como si no pasara nada a su alrededor, cuando Jerusalén Este está ocupado militarmente y la población palestina sufre una limpieza étnica permanente y progresiva y uno de los sistemas de Apartheid urbano más crueles del mundo.

Israel no es un país normal ni democrático y la cultura ha estado siempre al servicio de su política, dedicando importantes recursos a conseguir un doble objetivo: destruir sistemáticamente y de forma planificada las raíces culturales palestinas, impidiendo su desarrollo, y sustituirlas por la recién creada multicultural y cosmopolita cultura israelí. Ésta se utiliza para legitimar a Israel ante el resto del mundo, blanqueando su imagen, creando y difundiendo, especialmente a través del cine, una imagen positiva de sí mismo alejada de los crímenes que habitualmente comete, y añadiendo una deshumanización de los palestinos mostrándolos como violentos, atrasados y terroristas.

Para su difusión, creó la “Marca Israel“, una campaña de relaciones públicas diseñada para crear una brillante –pero falsa –, imagen democrática, cosmopolita y multicultural de Israel, muy útil para ocultar la ocupación ilegal de Palestina, las violaciones de la legalidad internacional y los crímenes de guerra que Israel comete con total impunidad.

Impunidad total gracias a que la comunidad internacional no cumple con su obligación de impedir y sancionar sus crímenes y, en su lugar, trata a Israel como si fuera un estado occidental normal, europeo. Y ésta es la base del llamamiento al boicot. Para Hessel, coautor de la Declaración Universal de los DDHH, “la campaña del BDS representa el modo más prometedor de superar el fracaso de los gobiernos del mundo para hacer frente a la intransigencia de Israel y su comportamiento fuera de la ley”.

Como afirma Illan Pappé, historiador israelí, no es posible separar ambas caras de Israel. El enfoque de la cultura y la vida académica israelí como entidades diferentes del ejército, la ocupación y la destrucción, proporciona inmunidad a una de las mayores atrocidades de nuestro tiempo. Israel utiliza la cultura como propaganda para intentar proyectar una imagen normalizada: no participar en su lavado de imagen implica posicionarse del lado correcto de la historia, de los derechos humanos.

No participar en su lavado de imagen implica la retirada de la película JULIETA del festival de Cine de Jerusalén.

Ante la injusticia y el abuso es imposible pretender ser neutrales, hay que elegir entre apoyar a la población palestina o a la potencia ocupante.

Muchos representantes del mundo de la cultura comparten esta visión y actúan en consecuencia.

Conscientes de las intenciones de las autoridades israelíes de lavar sus crímenes a través de la cultura, personalidades del mundo del arte han renunciado a los supuestos honores del estado israelí o han cancelado sus actuaciones en Israel, como medio de presión para acabar con este régimen colonial. Pensamos que como artistas, tenemos la obligación de revelar al público lo que los opresores intentan mantener oculto, renunciar a que nos hagan cómplices de sus violaciones y reclamar alto y fuerte, “Justicia, Libertad y Dignidad” para los oprimidos.

Stephane Hessel, Roger Waters, Ken Loach, John Berger, Luis García Montero, Alice Walker, Breyten Breytenbach, Paul Laverty.

“The Yes Men” retiraron su película “The Yes Men fix the world”, ganadora del Festival de Sundance, del Festival de cine de Jerusalén. En su carta explicaban los motivos que les habían llevado a tomar aquella decisión: “Pese a nuestro sentimientos, no podemos olvidarnos de nuestra tarea como activistas. En la década de los 80 tuvo lugar una convocatoria desde Sudáfrica a los artistas de todo el mundo para boicotear el régimen de Apartheid. Hoy en día hay una convocatoria clara de la sociedad civil palestina al Boicot a Israel. Nuestra posición es responder a ella como directores de cine y como activistas colaborando así en la presión al gobierno de Israel para que cumpla con el derecho internacional”. El director de cine canadiense John Greyson, retiró una película, magnífica, llamada Fig Trees, del festival de cine gay y lésbico de Tel Aviv. Directores de cine como Mira Nair, J.l. Godard, Mikel Leigth, Ken Loach, también optaron por no apoyar a Israel.

El director de cine ken Loach tras recibir la palma de oro de Cannes, hacía un llamamiento de nuevo al boicot a Israel.

Y explicaba en una entrevista las razones de su apoyo al boicot cultural:

¨Antes que nada somos seres humanos. Cuando te ves confrontado por tales crímenes tienes que responder como ser humano, con independencia de que seas un artista, un VIP o lo que sea. En primer lugar tienes que reaccionar y hacer lo que esté en tu mano para que otra gente se entere de esta situación. El boicot es una táctica. Resulta efectivo contra Israel porque Israel se considera un faro cultural, por lo que es muy susceptible a un boicot cultural¨.

¨Existe opresión en muchos lugares del mundo, pero hay una serie de factores que hacen que el de Israel-Palestina sea un conflicto especial. Lo primero, que Israel se presenta ante el mundo como una democracia. Un país como cualquier otro país occidental. Y lo hace mientras sigue cometiendo crímenes contra la humanidad. También es apoyado militar y financieramente por Europa y EE.UU. Así que hay una hipocresía enorme; estamos apoyando a un país que pretende ser una democracia, lo estamos apoyando en todos los sentidos, y siguen cometiendo crímenes contra la humanidad¨.

Para Naomi klein, ¨el gobierno israelí utiliza abiertamente la cultura como herramienta militar. Aunque las autoridades israelíes creen que están ganando la guerra real por el territorio, también sienten que el país sufre porque casi todo lo que el mundo oye de la región en las noticias es sobre el conflicto: la militarización, la anarquía, la ocupación y Gaza.

Así que el Ministerio de Asuntos Exteriores puso en marcha una campaña llamada marca Israel, que incluye el uso de la cultura – películas, libros, artes, turismo y academia – para crear todo tipo de alianzas entre los países occidentales y el Estado de Israel, y para promover la imagen de un país normal y feliz, en lugar de una potencia ocupante agresora. Tenemos que entender que se trata de una estrategia estatal de cooptación, para hacer una brutal ocupación más aceptable.

Son las dos caras de una misma moneda: la burbuja de la normalidad, la brutalidad del confinamiento. Así pues, no es un acto políticamente neutral participar de la burbuja.

Esto no es un boicot a los israelíes. Es un boicot al fingimiento de que todo es normal en Israel, porque es para esto para lo que invitan a los productores culturales.

Cuando escritores y artistas dejen de participar en la estrategia del gobierno israelí de utilizar la cultura para ocultar lo que hay del otro lado del muro de hormigón, los israelíes puede llegar a la conclusión de que dicho muro es una rémora y decidan acabar con él¨.

Más de 1000 artistas británicos se han adherido al boicot en 2015, afirmando que «las guerras de Israel se luchan en el frente cultural también. Su ejército se dirige y ataca las instituciones culturales palestinas e impide la libre circulación de trabajadores de la cultura«.

Sinéad O’Connor canceló su concierto en Israel. Y comentó que los promotores de conciertos están ofreciendo enormes sumas a los músicos dispuestos a ignorar el llamamiento palestino de boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel.

El músico británico Nigel Kennedy, defiende el boicot cultural, Grace Lee Boggs y Danny Glover se oponen a la proyección de su película en Tel Aviv.

Estos nombres son una pequeña muestra de quienes utilizan su nombre o su prestigio para, como afirma Illan Pappe, historiador israelí, indicarnos que las personas decentes de este mundo no pueden apoyar lo que hace y significa Israel. No saben si su acción producirá un cambio inmediato ni si tendrán la suerte de ver el cambio en el lapso de sus vidas. Pero en su propio libro personal de quiénes son y de qué hicieron en sus vidas, y ante el severo ojo de la valoración histórica se les incluirá junto con todos aquellos que no permanecieron indiferentes cuando la inhumanidad bramaba disfrazada de democracia en sus propios países o en cualquier otro lugar.

¨Los ciudadanos de este país, especialmente los famosos, que continúan difundiendo, con bastante frecuencia por desconocimiento o por razones bastante más siniestras, la fábula de Israel como una sociedad culta occidental o como “la única democracia en Oriente Medio” no sólo están equivocados en relación a los hechos, proporcionan inmunidad a una de las mayores atrocidades de nuestro tiempo. Algunos de ellos nos piden que dejemos la cultura fuera de nuestras acciones políticas. Este enfoque de la cultura y la vida académica israelí como entidades diferentes del ejército, la ocupación y la destrucción es moralmente corrupta y lógicamente caduca. La historia no vio con buenos ojos a los directores de cine que colaboraron con el senador estadounidense Joseph McCarthy en los años cincuenta o apoyaron el apartheid. Adoptará una actitud similar con aquellos que ahora callan acerca de Palestina¨.

Por otro lado, como nos recuerda Rafeef Ziadah, ¨hay quien se opone al boicot cultural a Israel por considerarlo un ataque a la libertad de expresión, pero la alternativa es la complicidad en el uso de la cultura que potencia el apartheid, así como en la privación de la libertad de expresión para las y los palestinos.

Nunca hemos oído a estos defensores de la libertad de expresión denunciar el grave, profundo y continuado boicot cultural que sufre la población palestina¨.

En julio del 2014 Almodóvar fue uno de los primeros firmantes del manifiesto de un centenar de actor@s, director@s, dramaturg@s y escritor@s del Estado español denunciando el genocidio palestino.

Es decir, representantes del mundo de la cultura aparecían públicamente en defensa de las víctimas, con una acción valiente y coherente que contradice vuestra afirmación sobre la “neutralidad” de la cultura y difícilmente concuerda con que, dos años más tarde, a pesar del aumento de las agresiones de Israel y el agravamiento de la situación critica de Gaza y del ilegal e inhumano bloqueo, os prestéis a colaborar con el lavado de imagen de Israel manteniendo la proyección de vuestra película en el festival de cine de Jerusalén.

Un saludo

RESCOP

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