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¿Alguien sabe dónde está Israel? – Javier Couso

¿Alguien sabe dónde está Israel? – Javier Couso

Javier Couso

Hace unos días me quedé estupefacto oyendo la radio, más que otras veces, tengo que añadir. El caso es que se iba a celebrar un partido de baloncesto entre el Maccabi de Tel Aviv y el Real Madrid y su entrenador realizaba unas declaraciones en las que señalaba que la del Maccabi era una de las canchas más temibles de Europa… ¿De Europa? En ese momento dejé lo que estaba haciendo y me pregunté si Israel está en Europa.

La radio seguía sonando y el locutor hablaba de la Euroliga de baloncesto, en la que se enmarcaba este partido. Mi asombro dio paso a la indignación al constatar que el estado racista de Israel, espada del imperialismo angloamericano en Oriente Medio, se inserta con total normalidad en un continente que no es el suyo. Algo que no sorprende a la mayoría de la población europea.

Indagando, descubrí que la Euroliga depende de la Confederación Europea de Baloncesto (FIBA Europa) entidad integrada por 51 países, de los que 50 están geográficamente en Europa, siendo uno de ellos, Turquía, bicontinental al compartir territorio en Europa y Asia. Israel representa pues, una anomalía absoluta, ya que su situación en el mapa es Oriente Medio, indiscutiblemente situada en el continente asiático.

En la mayor expresión de racismo, Israel no se relaciona culturalmente con sus vecinos, ni con Palestina, a la que mantiene bajo una criminal ocupación, ni con los demás países del área, la mayoría de los cuales son abiertamente hostiles a un estado que se ha forjado sobre la expansión militar basada en criterios religiosos.

No hay ningún atisbo de intención de una paz justa que dé lugar a una buena vecindad en el espacio geográfico sobre el que se asienta el Estado de Israel. Por eso la esquizofrenia de residir en tierra árabe pero pensar en occidental; alma judía, mente estadounidense y cuerpo europeo.

Mayor culpa tenemos nosotros, que permitimos la presencia en la Euroliga, en Eurovisión, en la Eurocopa, etc… de un país que practica el apartheid racista contra la población árabe dentro de sus fronteras y un estado de guerra permanente con Palestina, territorios ocupados o no.

Es como si a finales del siglo XX hubiéramos admitido a los racistas de Pretoria para que se desarrollaran deportiva y culturalmente alejados de su propia población negra. Cultura occidental, robo sudafricano. Puro cinismo racista elevado a la máxima potencia.

Este desatino tiene como finalidad la normalización, algo parecido al olvido en los casos de genocidio. Si se ve normal será aceptado, si se olvida no será juzgado. Admitiendo a un estado racista en nuestros espacios culturales y deportivos damos nuestro plácet al robo de tierras, a la ocupación, a los asesinatos extrajudiciales, a la deportación, a la tortura, al uso de fósforo blanco, a los bombardeos sobre población civil, … en definitiva, la aceptación del mal sobre otros seres humanos.

La normalización del crimen a nivel de estado es la banalización de la violencia como forma de política internacional, constituye la aceptación del horror institucionalizado. Haciéndolos nuestros iguales nos hacemos, a su vez, cómplices.

Cada gol, cada canción, cada canasta, son un tanto en la impunidad de un estado, como el israelí, que ni respeta ni pretende más ley que la del más fuerte, la suya.

 

Apoyemos al movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones).

 

Fuente: Hablando República: ¿Alguien sabe dónde está Israel?

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